La Soria Oculta

El Patrimonio monumental supone para una ciudad el conjunto de construcciones y lugares con valor artístico e histórico, pero también científico, etnológico y antropológico. Un Patrimonio que es esencial para vincular a la sociedad actual con su historia y, por lo tanto, es la clave para entender la historia de cada pueblo. En definitiva es un legado que nos vincula en el presente con el pasado, y que seguirá haciéndolo en el futuro. Lo que ahora subsiste como “viejas ruinas”, son en realidad joyas de nuestra historia, dicho de otro modo: nuestra historia de ayer materializada en nuestro hoy.

Consciente de ello, desde este Ayuntamiento se ha puesto en marcha un proyecto integral de actuaciones, LA SORIA OCULTA, con el objetivo de recuperar el patrimonio histórico de la ciudad para su posterior divulgación y difusión turística. Dicho programa se llevará a cabo en varias fases dado que en nuestra ciudad el patrimonio a conservar de lo que permanece de una u otra manera oculto es de gran envergadura. Se llevarán en un primer momento actuaciones e intervenciones arqueológicas en el Castillo y los restos de San Ginés y la Muralla, para seguir trabajando en estos y otros tesoros subterráneos que hay en la ciudad.

RESTOS ENCONTRADOS

Los pocos restos que se conservan hoy en día no permiten imaginar la grandeza de todo lo que fue. Por ello se han llevado a cabo excavaciones y actuaciones en algunas zonas, y de forma continua se continuarán desarrollando con este proyecto para poner en valor y tratar de devolver a nuestros días esas joyas de nuestra historia.

Podemos intentar esbozar una pequeña aproximación a lo que Soria fue, sobre todo, hasta la ocupación francesa, momento en el que se destruyó un enorme patrimonio medieval que todavía coexistía, y que de haber llegado hasta nuestros días bien merecería nuestra ciudad el distintivo de ciudad Patrimonio de la Humanidad

La ciudad medieval se caracterizaba, según el “Libro de la Ciudad de Soria” (2007), por la gran cantidad de edificios religiosos que salpicaban las calles formando un amplio catálogo de ejemplares románicos. Según el censo de Alfonso X “el Sabio” de 1270, en la ciudad existían 35 collaciones o pequeños barrios intramuros más otra extramuros, cada una de ellas con una parroquia o templo cuya grandeza estaba en función del poder económico de las familias que lo formaban.

A ello, había que unir el puente medieval fortificado sobre el río Duero, que originariamente sabemos que tenía dos torres, una en el borde que salía a la ciudad, encuadrada en la muralla y la otra en la parte central. Así mismo hay que tener en cuenta una larga muralla que tenía una longitud de 4.100 metros con seis puertas de acceso al interior, dos postigos y un postiguillo, así como la fortaleza o Castillo que se alzaba en uno de los cerros entre los que se sitúa la ciudad, con sus cuatro torres, el alcázar, el aljibe del patio central y la barrera que lo rodeaba desde el oeste al este. Las pinturas de Juan Antonio Zapata – principios del S. XVIII - de la capilla de la Ermita de San Saturio, son prueba gráfica del Castillo, difuminado y distante,  y nos ofrecen una imagen de su aspecto en aquella época.

Igualmente habría que añadir la existencia de numerosos monasterios y conventos, edificios dignos también de ser considerados verdaderas joyas arquitectónicas, como el de San Francisco o el de San Agustín.

Es durante la Guerra de la Independencia cuando, el 13 de septiembre de 1812, llega a Soria el  general José Joaquín Durán y da cumplimiento al mandato de dejar la ciudad abierta y ordena la demolición de la fortaleza del Castillo para evitar que volviese a caer en poder de otros enemigos; igualmente con el objetivo de que no se atrincherasen los franceses mando destruir el monasterio de San Francisco (la capilla mayor y el crucero de la iglesia), el Monasterio de San Agustín y el Hospicio. Al final de ese año esas demoliciones estaban ya realizadas junto con la de las murallas medievales que rodeaban la ciudad.