Un medievo legendario
Los primeros señores de la villa de Soria, tras el asentamiento poblacional fomentado por Alfonso I “el Batallado” en 1119, fueron cofrades de la Orden del Temple, así como los alcaides de su castillo. Y tradición es que la ermita de San Polo fue del Temple. Pero ahora lo que nos importa reseñar es la leyenda templaria del Cristo del Olvido o Cristo Cillerero que se encuentra en la iglesia de San Juan de Rabanera. Se cuenta, al respecto, que los musulmanes habían encerrado en una cilla o granero a unos prisioneros cristianos, los cuales dibujaron en la pared la imagen del crucificado. Este se les apareció a todos en sueños durante la misma noche aconsejándoles tener paciencia y resignación ya que finalmente serían liberados. Al despertar comprobaron que habían tenido el mismo sueño, pero cansados de su cautiverio dijeron que una cosa era predicar y otra dar trigo. Con el tiempo fueron liberados por los cristianos y la cilla se utilizó como granero, pero sucedió que nunca se agotaba el grano por muchos sacos que sacasen. Un día bajaron a la base de la cilla y descubrieron una estatua de un Cristo crucificado, que no era sino un milagro, puesto que era idéntico a la imagen que los prisioneros habían pintado. Y se cuenta que dijo: "¡Cuán olvidado me tenéis, aunque además de predicar os doy trigo!". El Cristo, según la leyenda, fue trasladado a San Polo y, posteriormente, a San Juan de Rabanera, donde puede verse sobre una cruz de gajos.
Las Eras de Santa Bárbara son el escenario de varias leyendas de carácter histórico. Antaño se denominaban "Campo de la Verdad" en memoria de la siguiente gesta: diez caballeros castellanos y otros diez aragoneses-catalanes combaten en duelo para establecer si Soria será o no de Castilla, ganando los castellanos de Alfonso VII. Allí mata a espada un padre a su hijo cobarde que huyó de Aljubarrota y al que le dice que "antes que cobarde, muerto". En este lugar fusilarán los franceses a un niño de 12 años que dio muerte con su cuchillo a un soldado francés, como sucedería también con Pericón, que se enfrentó solo a un escuadrón de coraceros imperiales y cuyo cuerpo pendería de la picota varios días.
Así mismo, la protección que tuvo el niño rey Alfonso VIII por parte de los sorianos frente al rey de León y los Castro es objeto de leyendas varias, y además hay que destacar la relación simbólica existente entre la rueda de los Doce Linajes y el mito de la Mesa Redonda del Rey Arturo.
Los asesinatos también son fuente de leyendas, como acaece con la muerte de Garcilaso de la Vega en el convento franciscano, como le profetizara una bruja en Sierra Morena. Martín de San Clemente será asesinado por orden de Juan de Luna junto a la Torre de Doña Urraca, donde quiere la tradición que fuera encerrada la "Mesalina" castellana por mandato de su marido, Alfonso I "el Batallador", siendo liberada por dos de sus amantes, Gómez de Candespina y Pedro de Lara. Juan de Luna fue asaeteado luego en el castillo y su cabeza fue clavada en una pica.
La dama misteriosa que vemos en la parte superior del escudo principal que corona la puerta del palacio de los Condes de Gómara es, según la leyenda, la propia esposa de Juan Manuel de Salcedo y Beaumont, Conde de Gómara. Este noble encontró a su mujer absorta mirando por una ventana de la torre y escuchando las endechas amorosas de un trovador, y para recordarle esta afrenta el conde incorporó la escena a su escudo de armas.
Otra leyenda habla de los amores del Infante Don Juan, hijo de Pedro "el Cruel", con la hija del alcalde del castillo de Soria, Beltrán de Heril, llamada Elvira. Una versión dice que ella no escuchaba sus endechas porque amaba a otro, por lo que él moriría de amor y su momia se guardaría en la concatedral. Otra versión refiere que en la noche de San Juan, como era costumbre, Elvira consultó al santo quién sería su marido al modo como lo hacían las doncellas casaderas que era sumergiendo el pie izquierdo en un lebrillo de agua bendita, a las 12 de la noche. Ambos se amaban, pero el rey Juan I de Castilla le instó a hacerse cura o monje o, si se casaba con Elvira, a vivir preso en el castillo de Soria con ella, opción ésta última que adoptó en 1388.