Pinturas Rupestres

DESCUBRE UN MUSEO AL AIRE LIBRE

Valonsadero es, con sus treinta y seis abrigos con pinturas rupestres esquemáticas conocidos, uno de los “museos al aire libre” más singular e importante de la Meseta. Es, por su propia naturaleza, Bien de Interés Cultural, reforzado con la categoría de Zona Arqueológica que le otorgó la Junta de Castilla y León en 1994.

Podría decirse, de existir esa clasificación definida por Juan A. Gómez-Barrera, que lo es de la península ibérica y aún de Europa, pues nuestro monte, esta dehesa boyal y espacio natural tan cercano a Soria, es uno de los núcleos de arte prehistórico más notable del viejo continente. En tal sentido, el Comité Director de Cultura del Consejo de Europa ha concedido a sus estaciones –y a la del Abrigo de la Peña los Plantíos, en el término próximo de Fuentetoba- el distintivo de Itinerario Cultural de Europa bajo la denominación de Caminos de Arte Rupestre Prehistórico que agrupa al conjunto de lugares visitables con manifestaciones rupestres prehistóricas de España, Irlanda, Francia, Italia, Portugal, Suecia y Noruega.

Las pinturas rupestres de Valonsadero, dadas a conocer por Teógenes Ortego en 1951, debieron ser percibidas unos años antes por ganaderos del monte y por el joven Bruno Orden que sería, según su testimonio personal, quien informaría a aquel. Ricardo Apraiz, que acompañaba a Ortego en el “acto” del descubrimiento el 5 de agosto de aquel mismo año, dio la noticia del hallazgo el sábado 11 siguiente a través de un breve artículo publicado en el periódico Campo. Desde entonces, y hasta hoy que se han localizado nuevos conjuntos - entre ellos Peñas Comadres, en 2010, y el Abrigo de las Manos, en 2020 - la nómina de estaciones con arte prehistórico en el lugar alcanza la cifra de 36, veintiuna más que las vistas en un primer momento. Los iniciales estudios de Ortego fueron continuados por el profesor Gómez-Barrera, a quien se debe la mayoría de los textos utilizados en estas presentaciones.

Estas manifestaciones artísticas, y las que en su entorno aparecen –covachas similares en los términos de Pedrajas, Oteruelos, Fuentetoba y Golmayo–, se ajustan en sus características generales, al conjunto de la pintura rupestre esquemática, asociada a las primeras sociedades agro-ganaderas y metalúrgicas del periodo Calcolítico-Edad del Bronce (3100-1000 AC).

De sus autores, su cultura, grupo humano al que pertenecían, etc., se manejan pocos datos. Probablemente se trataba de grupos itinerantes que subsistían principalmente de la caza agricultura y ganadería, y con desplazamiento estacional en busca de pastos para su ganado.

El monte sería lugar de asentamiento provisional de diferentes grupos, unidos o en clanes dispersos, que se distribuirían por sus cañadas y barranqueras, lo que de alguna manera marcaría la diversidad temática de las pinturas que en ellas se ven, tal vez respondiendo a ritos y ceremonias tribales distintas o a etapas temporales no coincidentes.

Los motivos esquemáticos trazados en sus múltiples paneles fueron realizados en una amplia gama de tonos rojos, por ser ese el pigmento extraído de los óxidos ferrosos de las rocas, que luego, triturado y mezclado con agua, producía la pintura; esta se aplicaría de forma directa por impresión –en el caso de las manos del abrigo del mismo nombre-, con el simple deslizamiento del dedo empleado como pincel –en las mayoría de las figuras de Los Peñascales o de Las Covatillas, por ejemplo-, o con plumas de aves o fines pinceles vegetales para trazar los motivos más pequeños, como ocurriría en la mayoría de los esquemas de El Peñón del Majuelo o de El Mirador.

En lo referente a sus dimensiones, el tamaño medio de las figuras oscila entre los 15 y 20 cm; los hay de mayor tamaño, como una figura sinuosa –tal vez queriendo representar el curso del río que atraviesa el monte- de La Cuerda del Torilejo, que llega a los 85 cm; y más pequeños, como los antropomorfos, cuadrúpedos y esteliformes de El Peñón del Majuelo, cuyas siluetas no superan los 2,5 cm.

Una particularidad de las pinturas esquemáticas de Valonsadero viene dada por la asociación de sus esquemas en variadas escenas, cosa no habitual en otros puntos artísticos de la península. El hecho de que estas escenografías no estén realizada en lugares ocultos y sí en paneles rocosos con buena visibilidad denota que se hicieron con el objetivo de fueran perceptibles, sirviendo así de marcadores de los territorios ocupados o de señales que fijaran los hitos de sus propios desplazamientos.

El análisis de la pintura esquemática de Valonsadero ha proporcionado un catálogo de más de 530 motivos, y, de acuerdo con las tipologías al uso, una clasificación de 18 tipos según se trate de figuras humanas, parejas, manos, cuadrúpedos, aves, peces, serpentiformes, ídolos, armas, puntos, barras, zigzags, signos varios –tectiformes, petroglifoides, ramiformes y esteliformes- y otros motivos de difícil agrupamiento. De entre todos los motivos, y con la salvedad de las manos casi recién descubiertas por Esther Moreno, destaca el predominio de la figura humana y animal. De su asociación, como se decía líneas arriba, surgen escenas explicativas de sus modos de vida: sus labores cotidianas –caza, recolección, pastoreo, agricultura-, sus actos y celebraciones extraordinarias –elementos ceremoniales y funerarios-, sus danzas, sus ritos, sus cultos al sol y al toro…

La pintura - o el grabado - rupestre esquemática de la Edad del Bronce, como antes las levantinas propias de Neolítico o las más significativas del Paleolítico, son, al menos para nuestro conocimiento actual, una clara muestra de expresión, de lenguaje, de escritura… de la que, lamentablemente, no tenemos un código explicativo mínimamente correcto. En todo caso, nos queda una clave, obligatoria para cuantos las contemplemos, la necesidad de protegerlas y cuidarlas para que se prolonguen en el tiempo.

Del notable conjunto de treinta y cinco abrigos con pinturas del monte destacan las siguientes:

  • Las Covatillas: Apreciable básicamente una figura humana de trazos gruesos –digitalizados- y un trazo lineal a modo de serpentiforme que aquel sujeta por la cabeza.
  • Covachón del Puntal:Pese a la pérdida de visibilidad de alguno de sus motivos, la amplitud de su covacha y la dispersión y variedad temática y cronológica de sus motivos le convierten en una de las estaciones de mayor interés para la investigación.
  • Camino a La Lastra y La Lastra: Grupos aislados en el Camino y agrupados en La Lastra, con especial interés en las representaciones humanas.
  • El Mirador:Contiene gran variedad y riqueza de símbolos y figuras representando escenas de caza, recolección, pastoreo, asociación de figuras humanas y astros, etc…
  • Peñón de la Visera:Su interés reside en la combinación de dos escenas una de caza y otra agrícola incluyendo también una figura femenina con una herramienta agrícola en mano, lo cual indica el papel de la mujer y su participación en la vida social y económica.
  • Covacho del Morro: La escena está compuesta de treinta figuras divididas en varios subgrupos de figuras humanas, animales, motivos abstractos, y diversos símbolos.
  • El Peñón del Majuelo: Destaca por su tamaño reducido y sus figuras enmarcadas por el soporte rocoso. El espectador debe imaginar cada panel como un lienzo especial elegido por el pintor para desarrollar en él un propósito concreto: describir el proceder diario de las gentes “esquemáticas”, con sus rebaños dispersos a la luz solar, y recogidos bajo la luna.
  • Los Peñascales:Se divide en tres secciones y la figura humana es la protagonista.
  • Abrigo de las Manos: gran novedad en el conjunto de las pinturas de Valonsadero, de la Altimeseta Soriana, de la Comunidad Autónoma de Castilla y León y de la propia península Ibérica. Tres manos impresas, varios antropomorfos, un cuadrúpedo y barras, puntos y circuliformes.

Para facilitar su recorrido existe la Ruta de las Pinturas Rupestres  señalizada con acceso a 12 estaciones - incluyendo el Abrigo de las Manos; fuera de la ruta pero cercano -  cuyo inicio puede realizarse en el panel de señalización general ubicado en el aparcamiento superior de Cañada Honda, ruta provista de un tríptico explicativo en la línea de lo aquí expuesto y de unos atriles al pie de cada estación, con dibujos, calcos y textos.

Ruta de las Pinturas Rupestres en Valonsadero
Pinturas Rupestres del abrigo “Los Peñascales II”
Pinturas Rupestres del abrigo “El Mirador”
Pinturas Rupestres del abrigo “El Mirador”